Autopilot

A veces no nos damos cuenta del inmenso poder que tenemos para tomar decisiones y dejamos de pilotear nuestro avión. Como si nuestra vida es consecuencia de factores externos y por lo tanto buscamos culpables en nuestro entorno. Esto nos hace sentir víctimas que esperan a que las cosas cambien, con una mentalidad que busca más amenazas que oportunidades que tomar.

Para salir del piloto automático, antes quisiera explicar los tres tipos de vida que podemos tener:

1. Vida desordenada: dejar que la vida tome las decisiones por ti, o postergar la decisión hasta que no queda de otra. Terminas viendo la vida pasar cruzado de brazos.

2. Vida planificada: planificar la vida para lograr cumplir lo que se supone que debes vivir: estudios, trabajo, matrimonio, jubilación. Aunque es más positivo, una planificación rígida que no se llegue a cumplir podría desorientarte y hundirte.

3. Vida proyectada: tener un ‘para qué’ y ‘por qué’ sólidos con una ruta a seguir, pero aceptando que las circunstancias podrían cambiar y se deberá encontrar nuevas formas de vivir ese propósito. Lo único constante en la vida es el cambio.

Ejemplos:

1. Llegó el momento de ir a la universidad, pero nunca te preguntaste qué querías estudiar, eliges leyes porque tus familia tiene un bufete de abogados.

2. Tus planes de estudiar la carrera en 4 años se vinieron abajo porque la situación económica te obliga a trabajar para pagar tus estudios. Te sientes devastado porque no podrás graduarte a los 23, con maestría a los 25 y casarte a los 28.

3. Desde niño soñaste con trabajar en la empresa de tus sueños porque te permitiría desarrollar aplicaciones innovadoras para mejorar la educación. Tras mucho esfuerzo logras entrar, pero un recorte de personal te obligó a salir. En lugar de derrumbarte, continúas sirviendo con tu propósito en otra empresa o con tu emprendimiento.

A veces estamos esperando a que el propósito llegue a nosotros cuando realmente debemos construirlo, una herramienta que ayuda es: Ikigai.

Nuestros para qués y por qués se alinean a nuestro propósito. Tenemos en nuestro control quién elegimos ser día a día, con nuestros valores personales. Al morir, ¿cómo serías recordado?